martes, 9 de febrero de 2016

Benedetti me definió antes que yo lo hiciera...


Más nostálgicos somos, menos valientes andamos. No siempre caminamos igual todo el tiempo. Alguien dice que arrastramos los pies, yo le contesto: "ha de ser el cansancio".
Podes volverte encierro, algo ermitaño, roto, viejo, inestable.
Caminas incluso por esa plaza que siempre fue tan tuya pero empezás a sentirla extraña.
 La gente no suele adorar la nostalgia cuando la ve enfrente. Caminas igual, porque es lo que te sale, lo que podes y lo que debes, lo que tratas de no mostrar pero te deja en evidencia.
La melancolía es el maldito y fiel reflejo de las lágrimas. No siempre los recuerdos hacen bien, no todo tiempo pasado fue mejor. O tal vez si, y por eso  uno se vuelve de este modo.
Las canciones suenan más fuertes, más crudas. Hasta el rock más potente deja caer su gota de sangre. Podes volverte furia o podes perder ciertos músculos que antes latían. Uno sabe que respira y también sabe que eso no siempre alcanza. 
La noche te tira, no sabemos bien por qué, pero tiene esa capacidad tan absoluta de hacernos más frágiles, más rotos, más nosotros. Nos volvemos parte de nuestro insomnio y de nuestras piedras. 
Somos nuestro camino y nuestra liberación. Somos quienes debemos soltar. Es el primer paso creo: soltar. 
Dejar que pasen las estaciones, que suenen fuerte los pájaros, que rechinen los dientes, que aturdan las vías del tren. Que se vuelvan silencio las ansias, que sean olvidos las esperas. Que ya no esperemos. 
La receta sin embargo uno la sabe o cree estar orientado. Siempre diré la misma frase: "asústense cuando realmente no me vean sonreír por cualquier pavada que se les ocurra". Siempre fui algo fácil en la risa, algo tímido pero algo naif. No me arrepiento de eso, hasta me han dicho que no pare de reír que eso me quedaba mejor. Me han pedido incluso de encontrar esa sonrisa que a veces uno tiene cuando esta tranquilo, cuando es feliz o simplemente viaja. Y hacer que perdure.
Será cuestión de ser más sonrientes y menos nostálgicos. O dicho de otro modo, no dejar de ser como somos. Y siempre fuimos algo sonrientes, al igual que hemos sido algo nostálgicos. Habrá entonces que manejar ciertos equilibrios, o poner en dudas a ciertos extremos.
 Pero para definiciones ya me conoció Benedetti aún sin haberme visto nunca y me dejó definirme de un modo del cual tal vez yo no habría podido poner en palabras.
Entonces me llamo a silencio y dejo a él que hable de mi cual si fuera yo en primera persona: “No sé si soy una persona triste con vocación de alegre, o viceversa, o al revés. Lo que sí sé es que siempre hay algo de tristeza en mis momentos más felices, al igual que siempre hay un poco de alegría en mis peores días.”.


                                                                                                              TINI

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