Es quedarme en silencio aun cuando me muerda. Aún si uno se ahogase.
Más de una vez elegí golpearme de frente sin importarme nada.
Si supieras que a veces trasnocho aún sin hablarnos. Cual si
te estuviera acompañando. “Pásame un mate”, “no sabes lo que se me ocurrió”. Pobre
idiota que no entiende. Si supieras que aun sabiendo las dificultades nada me
importa. Me convenzo de que sí, otras veces muero y creo que es inútil, sin
sentido, que no fue tan rápido como avanzamos sino como nos perdimos. Me agota
saber que perdí la única señal de vida que me marcó en años. O quien sabe, tal
vez por tanto esperar sin sentido, esa señal me esté perdiendo a mí…
Te quise para darnos tiempo, para darnos historias. Para darnos
pasado. Para darnos charlas hasta cualquier hora y también caricias. Para al
menos hacerte dudar de que se pudiera estar mejor que antes. Para volver a
creer, para no olvidar ni reemplazar, para no abandonar nunca más nada. Así te
aprendí a querer.
Te quise para contar, para apoyarnos, para ser fotos. Amé tu
arte, tu modo de hablar hecho de historias, tus ojos hechos de imágenes. Tus muecas
y tus hoyuelos, tus líneas y los agujeros de tu pantalón. Amé tu historia, tu
mundo y tus por qué. Tus “quizás”, tu indecisión y tú “no entender”. Amé tu
rostro a cualquier hora, con y sin maquillaje, tu modo de contar, de analizar
tan malditamente todo. Tu pelo.
Tú forma de escaparte
y de no querer nadie cerca. Mis ganas de no querer dejarte por nada. Tus silencios
que nunca entendía, las cosas que hoy si comprendo.
Amé tu risa oculta detrás de un mate, de líos, de cuatro
paredes. Amé los “nunca va a ocurrir”, los “ya viví casi todo”, los “no vamos a
poder” y hasta esa idea tan dramática de las diferencias.
Idiota el que no abandona, quien no tira la toalla, quien no
entiende realidades. Idiota el que cree, el que busca algo distinto. Idiota
quien a base de impulsos intenta mantenerse cerca. El que se ahoga pero
convence al mundo de que todo va a estar bien. ¿Quién dijo que va a estarlo?
Idiota el que piensa eso, el que imagina, el que sueña un encuentro casual.
Idiota quien quiere una segunda oportunidad. No a uno mismo,
sino a ambos. Idiota el que te desea lo mejor en cada paso y en silencio, en
cada foto, en cada café. Idiota quien aún se imagina bailando jazz en Recoleta.
Idiota quien te escribe en prosa porque ya no se anima a hablarte. Quien pateó
el tablero mil veces y largó al infierno a la poesía. Quien escucha tus
canciones, quien sueña con un auto sucio a las 3am y una cama repleta por nosotros
y un ladrido celoso a nuestro lado.
Idiota quien no se rinde, pero… “acá no se rinde nadie”. Idiota
quien desea verte feliz, quien ve tus ganas de plenitud y quien confía más que
nadie en lo que podes.
Aun así prefiero el papel de idiota, no dejar de creer, no
dejar de espiarte en silencio. Prefiero ser quien no entiende, quien no aprende, quien se duerme
tarde, quien te busca temprano. Quien te busca...
Prefiero ser quien no se va, quien no deja de intentar,
quien te contradice, quien se lastima un poco pero no te suelta la mano, quien tiene
paciencia, quien locamente desea.
Tal vez por eso, cuando me preguntan por qué no me alejo del
todo, mi respuesta no es tan difícil. Hoy hablo en primera persona y podría escribirte
mil palabras que jamás leerías. Siquiera sé si podría mirarte a los ojos. Y aun así la respuesta sería sencilla: me quedo por tanta idiotez junta y por la misma idiotez con la que aún te digo te quiero…y sigo acá.
TINI
No hay comentarios:
Publicar un comentario