Inicié este espacio como
un modo de protesta. Le temía a lo que podía dar, y le temía también a
no poder lograrlo. Le temía inmensamente
a caer, a no poder dar todo por lo que quería.
De chico algo me marcaba la piel y era no dejar de intentar.
Le temía a los nervios y a las angustias, al paso del tiempo. Siempre fui temeroso por demás, o al menos lo
era. Hay cosas que van con nosotros por siempre creo, pero ya no soy tan
temeroso.
Temía, me aterraba, pero no podía frenar. Me costaba dejar
de intentar sobre aquello que me aturdía o me llamaba la atención. Ese famoso placer que proviene del
mismo dolor. Esa invasión de sangre que aprieta nuestro sistema nervioso y
nos afecta el corazón.
Hoy este mismo espacio siguió su propio curso. Volví a
escribir tras haberlo demorado durante algún buen (y largo) tiempo. Antiguamente publicaba mis escritos a diario,
tengo algún viejo libro en tintas a la espera de ser editado, aunque a decir
verdad, quién sabe si algún día lo haré.
Tal vez, sencillamente, siga intentando poner en palabras lo
que tenga guardado. Hoy elijo no mostrar demasiado, escribo sobre todo para mí y
desde mi. Incluso pareciere que hablase
solo si no lo mostrase. Y a veces también preciso de eso, hablar conmigo mismo,
preguntarme de qué soy capaz o de cuánto.
Tengo ganas de mucho, certezas de poco, tengo ideas y
también proyectos. Tengo sueños que son mi respiro y también alas que son mi
motor. Como todos, también, vivo errando, o al menos voy a hacerme cargo de la
parte que me toca: erro. Me equivoco, en épocas, a menudo. No es tan difícil volverse
una “maquinita” de cometer errores.
Hay momentos en que escribo desde mí, y a veces lo hago desde
ojos de otros. Pero ya no me asusta hacerlo también en primera persona. Soy eso
a veces, una primera persona que necesita decir cosas, del modo que sea. A veces
lo hago en palabras, otras lo hago a través de fotos, a veces combino ambas y
ahí respiro mejor.
Tengo mis creencias ciegas, mis convicciones, con más dudas
que realidades, pero persigo eso. Persigo lo que creo. Lo que pueda tal vez
hacerme feliz. No busco esa felicidad como un todo que nos domine la vida. De hecho
creo conscientemente que más bien debiéramos de hablar de “momentos de
felicidad”. Al igual que el amor, es lo más parecido a una mariposa que tiene
24 horas de existencia. Esa mariposa,
que algún día fue gusano, esa idea de “felicidad”, o de “amor”, es la que debe
ser tentada, seducida, a diario para perpetuarse. Uno se hace feliz todos los días si lo elige.
Y si no ocurre, al menos se puede elegir luchar por eso hasta que ocurra. Hay cosas
que no pasan solas, no todo puede ser librado al azar del tiempo o de la
casualidad. Hay mundos, más bien “casuales”, a los que hay que corromper en pos
de seducir. Y vaya si la felicidad seduce…
Me seduzco, y escribo, y saco fotos y digo lo que puedo y
como me sale decirlo. Y le erro, y también me impulso y me entusiasmo. Me alegra hoy ser esta primera persona que no deja de
escribir, que no deja de disparar a diario, que tal vez no muestra a todo el
mundo sus cosas pero empieza a comprender que, por más difícil y por más
temores que tenga, vale la pena. O aún mejor, "vale alegría" intentarlo…y también
lo vale ser feliz.
Hacía ahí voy.
TINI
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